29/10/11

CONOCIENDO LA REALIDAD. UNA APROXIMACION ESTADISTICA


David Hume  en “Investigación sobre el entendimiento humano” (1748) pone la cuestión en estos términos: no podemos tener un conocimiento directo de los objetos del  mundo externo más que al través de nuestras percepciones y tampoco podemos probar que éstas no nos engañan porque no hay prueba posible de la relación percepción/objeto. Este es el fundamento del llamado escepticismo radical que algunos intelectuales ejercen sobre el conocimiento científico.
En este caso también deberíamos desconfiar de los sucesos de nuestra cotidianeidad ¿por qué todos nosotros coincidimos en nuestras percepciones de los objetos? Podemos pensar que en los albores de la hominización sobre cada objeto hubiera un abanico de distintas sensaciones según las características de cada individuo. Aquéllas percepciones más próximas al desconocido mundo exterior le dieron a quienes poseían los órganos correspondientes una ventaja reproductiva, toscamente hablando, podían sobrevivir, llegar a la edad adulta y entonces sus genes tuvieron mayores chances de reproducirse, y al sucederse este proceso evolutivo en el transcurso de millones de años se fue ajustando cada vez más a ese desconocido mundo externo. Esta es una explicación plausible de porque en la vida de todos los días coincidimos en nuestras percepciones de los objetos. Pero no es una demostración acerca de la relación percepción/objeto. Sin embargo, en la vida de todos los días el escepticismo radical tiene poco sustento.
El fervor con que algunos intelectuales se concentran en esta discusión objetando al realismo cuando se trata del conocimiento científico contrasta con la falta de atención que le prestan si la misma se refiere a la vida cotidiana. Como estamos ante una situación sin remedio ya que la relación percepción/objeto difícilmente pueda ser lógicamente demostrable en algún futuro, los científicos se han basado en la experiencia diaria y en conceptos teóricos para llegar a resultados que a su vez han derivado en tecnologías en todos los campos del conocimiento en el tiempo que ha transcurrido desde Hume hasta nuestra época mientras que diversos grupos de intelectuales siguen insistiendo en el escepticismo porque es fuente de prestigio en algunos  claustros a los que pertenecen y en sectores del periodismo cultural, omitiendo que lo que no se puede probar no necesariamente es falso: que la relación percepción/objeto exista o no, no se puede probar en ninguno de sus sentidos, es lo que se llama un indecidible. Tampoco se puede probar la fiabilidad o no de nuestras sensaciones, (salvo en casos patológicos).
Razonando sobre la curiosidad que nuestras percepciones de las cosas coincidan abrumadoramente se puede pensar sobre qué ocurriría si nuestras percepciones difirieran de la realidad: Si nuestras percepciones fueran ajustadas a la realidad por ejemplo al 99,9%, bastan 13809 personas coincidentes  en declarar que lo que tienen ante sí es por ejemplo un vaso, para que la probabilidad de que esta coincidencia ocurra sea menor que un millonésimo. Esto quiere decir que la probabilidad de que 13809 personas consultadas reconocen ver un vaso y ninguna alguna otra cosa  es menor que una chance en un millón, en las condiciones dadas (ajuste a la realidad del 99,9%). Como no se conocen casos no patológicos en que se hayan suscitados discusiones acerca de si algo era un vaso o un hipopótamo o cualquier otra cosa, dado que siempre se reconoce un vaso, se puede estimar que nuestras percepciones se ajustan a la realidad. Como somos siete mil millones de habitantes del planeta de los cuáles la gran mayoría, los mayores de pongamos un par de años,  está capacitada para distinguir un vaso y nombrarlo, esos miles de millones que coinciden en sus percepciones hacen que la probabilidad que nuestras sensaciones se ajusten a una realidad exterior sea prácticamente igual a uno. Cabe aclarar que cuando algo no puede ocurrir nunca, su probabilidad es cero y cuando debe ocurrir siempre es uno. En el caso más complejo de por ejemplo la clasificación de una especie animal incluso puede ocurrir que difieran las clasificaciones de distintos zoólogos pero no en las características organolépticas que finalmente son las que definirán la especie de que se trata, como ocurrió con la fauna de Burgess Shale (La vida maravillosa, Stephen Jay Gould, Crítica 1991, Barcelona), porque ellas son las que producen nuestras sensaciones. Como corolario la probabilidad de que nuestras sensaciones nos engañen es prácticamente cero. Porque si un suceso tiene una probabilidad igual a uno, su opuesto tiene una igual a cero. Si bien no es una prueba, este razonamiento con estas probabilidades extremas es un ejemplo de inferencia estadística como las que han servido para tomar decisiones acertadas en la gris cotidianeidad de los laboratorios (naturales o sociales), en las  investigaciones criminales, en la industria, el comercio, etc. desde que los  estados comenzaron a recopilar datos que reputaron como importantes y Quetelet en 1844 diera comienzo al estudio de las regularidades que las mismas ofrecían, que conocemos con el nombre de estadística. Nuestras percepciones están pues muy cercanas a esa realidad aunque no la podemos conocer totalmente. Cualquier duda al respecto no es razonable de acuerdo con un amigo mío que es abogado y si queremos ponerlo en términos de los procedimientos estadísticos habituales debemos decir que nuestra hipótesis nula H0 es que nuestra percepción es 99,9% efectiva, la alternativa H1 es que es mayor al 99,9%, nivel de significación del 1% (y no de un millonésimo como en este texto más arriba) y H0 se rechaza si el número de los que perciben correctamente el vaso (sin que nadie no lo perciba) es mayor que 4602. Para comprender mejor esto regresemos a Encuestas y Estadísticas I de este mismo blog donde se estudia una tirada de 100 veces con una moneda que se supone equilibrada si en número de caras resultante oscila entre 40 y 60, con un 95% de confianza. Esta es nuestra hipótesis nula H0, y si se obtienen menos de 40 o más de 60, la moneda no está equilibrada, hipótesis alternativa H1. Distinto es el caso si la moneda está trucada de modo que salgan más caras que cecas en este caso, con la misma confianza se considera  equilibrada si sale hasta 48 veces cara. En el caso original hay dos regiones de rechazo: de 0 á 40 veces cara y de 60 á 100. En este caso se dice que la prueba es a dos colas. En cambio ahora la región de rechazo va desde 48 á 100 o sea una cola.
También en las pruebas estadísticas se establece a priori el porcentual de confianza adecuado para la misma o su complementario, el nivel de significación (95% de confianza es el equivalente de 5% de significación). Para rechazar la hipótesis de que nuestras percepciones se ajustan 99,9% a la realidad bastan 4602 personas que coincidan en la observación de un objeto si es que no hay casos en contrario para un nivel de significación del 1% y 13809 si el nivel es de un millonésimo. Si fuera el más usual del 5% serían necesarias 2995. Este es un experimento imaginario que daría como aceptable que tenemos un ajuste e la realidad superior al 99,9%.